Las redes sociales se han convertido en una parte fundamental de nuestras vidas, con un creciente número de usuarios que las utilizan para compartir contenido e incluso para establecer negocios a través del e-commerce.
Sin embargo, este crecimiento también ha traído consigo un aumento significativo de los riesgos en internet. Según una encuesta realizada por U-REPORT y publicada por UNICEF, el 43% de los encuestados declaró tener poco interés en la ciberseguridad de sus redes sociales y mantener perfiles de alcance público. En cuanto a tener todas sus redes sociales públicas, solo el 10% afirmó hacerlo. Estos datos son alarmantes si consideramos el incremento mundial de usuarios en internet.
Además, tras la pandemia de 2020, se ha observado un marcado aumento en el uso de las redes sociales como principal medio para cometer delitos, especialmente en Latinoamérica. Los ciberdelincuentes están cada vez más sofisticados y llevan a cabo una amplia gama de fraudes, desde la obtención de datos a través de promociones irresistibles hasta haciéndose pasar por asesores bancarios dispuestos a resolver problemas ficticios.
Estos ciberdelincuentes utilizan las redes sociales para suplantar marcas y personas con el objetivo de obtener ganancias económicas a través de estafas. Por lo tanto, es fundamental prestar especial atención para identificar las señales que nos indiquen que estamos interactuando con un estafador. Algunas medidas clave para protegernos incluyen conocer a quienes nos siguen y a quienes seguimos en las redes sociales, comprender los permisos que otorgamos y realizar una configuración adecuada de nuestro perfil. Además, debemos utilizar contraseñas seguras y únicas, evitando que sean predecibles.
La conciencia del phishing es fundamental. Debemos mantenernos alerta ante mensajes sospechosos, especialmente aquellos que solicitan información personal o financiera. Siempre debemos verificar la legitimidad de las solicitudes y evitar hacer clic en enlaces no verificados. Además, es importante reportar cualquier actividad sospechosa tanto a la red de usuarios como a la organización correspondiente. Asimismo, es necesario mantenernos actualizados con una educación continua en ciberseguridad.
Estas estafas se realizan principalmente mediante actos de phishing o suplantación de empresas, utilizando logotipos, marcas y productos. Los delincuentes aprovechan la confianza que generan las marcas y los productos en las redes sociales para llevar a cabo sus fechorías. Esta confianza puede verse negativamente afectada cuando los consumidores caen en estas estafas, por lo que es necesario que las plataformas, las organizaciones y los usuarios individuales compartan la responsabilidad de garantizar la seguridad en las redes sociales.
En consecuencia, las organizaciones enfrentan un nuevo desafío en cuanto a la ciberseguridad. Ya no es suficiente proteger el perímetro tradicional, sino que deben ampliar su enfoque y considerar todo el panorama de internet. Esto implica identificar dominios y sitios de phishing, así como las amenazas emergentes en las profundidades de la web. Sin embargo, esta tarea no es fácil, dada la creciente cantidad de amenazas y el volumen de información compartida en las redes sociales. Por tanto, las organizaciones deben contar con herramientas que les permitan identificar, analizar y tomar acciones estratégicas para abordar cada caso. En este sentido, los sistemas de búsqueda y categorización de información basados en inteligencia artificial resultan fundamentales.
Estos softwares permiten a las organizaciones centrar sus recursos en estrategias que mitiguen los riesgos y ofrezcan soluciones a los consumidores. Utilizando la información recopilada, las organizaciones pueden tomar decisiones certeras y realizar un seguimiento continuo de lo que sucede tanto en las redes sociales como en todo internet.
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